martes, 17 de noviembre de 2009

CUTU CUTU, EL VIEJO ANDRAJOSO


(Leyenda de Cuturapi)
Había fiesta cercana al pueblo Santiago de Chimbo, en la casa, era la hora de la merienda, todos los invitados y los músicos zampoñeros estaban comiendo, cuando en eso llegó como un fantasma un viejo desconocido, vestido con andrajos. Algunos invitados lo corrieron al tiempo que lo insultaban diciéndole: “¡Váyase viejo haraposo!”, los únicos que lo defendieron, fueron los músicos, asegurando que “Todos llegaremos a viejos”.
Luego lo lavaron con cuidado y lo invitaron a almorzar con ellos. El viejito, antes de entrar a la casa de los músicos, se encontró en el corral con una señora que cargaba una guaguita, y la señora dijo: ¡Ay tata!,¿kunat jumax ak’am t’ant’apachas sarnaqtasa kawkit purjtasa kunara pasjtamsti tata? (¡Ay tata señor! ¿Por qué andas así tú tan harapiento, tan perdido, qué te pasa, de dónde vienes?...).
Por su parte, el cabecilla de la fiesta dijo: “¿Qué quieres viejo inmundo? ¡Váyase de aquí!
El viejito, una vez que terminó de almorzar dijo: “Me iré llevándome a esta gente que me ha tratado con desprecio, pero, amigos zampoñeros, váyanse de aquí muy lejos, sin mirar atrás porque algo terrible va a pasar”. Y también se lo comunicó a la señora que cargaba su guagua. Los músicos y la señora salieron desesperados de aquel pueblo y, cuando estaban en lo alto del cerro Kapia, miraron hacia el pueblo, y vieron que el pueblo había sido invadido por grandes masas de neblina, viento y polvo.
Asombrados las personas que insultaron e hicieron el mal al anciano andrajoso, desaparecieron absorbidos por el cutu cutu, que era un huracán (ser maligno que arrasaba con casas, arboles, animales y todo lo que encontraba a su paso. Llevándolos en una humareda de polvo al infinito, donde desaparecieron en la eternidad).
Desde entonces, en memoria de las personas desaparecidas, ese pueblo hoy se denomina Cuturapi, por la existencia del cutu cutu; que desde ese día recibe a propios y extraños con afecto, en sus festividades de San Juan Bautista, y en recuerdo de que alguna vez salvaron sus vidas, subiendo al Kapia, hoy en día también sus pobladores acostumbran hacer ofrendas en el cerro para rogar por sus cosechas, animales y hacer ceremonias por considerarlo sagrado.
Y hasta hoy en día en ocasiones, en ese pueblo se escucha por las noches el lamento de las personas desaparecidas por la furia del cutu cutu.

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